San Velián es un pequeño núcleo deshabitado que estaba englobado en el municipio de Sieste, antes de quedar todo absorbido por Boltaña, en los años 60-70. El pueblo en sí no alberga gran cosa, pero disfruta de unas vistas perfectas. Fuimos por la Valle de Sieste; también se puede acceder desde la pista que va a Las Bellostas, pasando primero por Morcat. Desde Boltaña coges la carretera a Sieste, pasas éste, sigues por una pista asfaltada y dejas el coche junto a una de las casas que conforman La Valle de Sieste, Casa Matías, sigues remontando el río (está plagado de bonitas badinas para bañarse), hasta que una señal te marca salir casi del mismo cauce y te introduce en un bonito quejigar. Puedes ir a Morcat o a San Belián (está todo bien marcado, así que lo mejor es una ruta circular). Llegas al cordal que va de Morcat a San Belián casi en este último, pasando de tener la vista encerrada en la Valle de Sieste, a ver de repente toda la Sierra. La aldea consta de dos casas: Casa Salinas, actualmente arruinada; y Casa Broto, conservada en mejor estado y que además posee un oratorio privado, sala rectangular con bóveda de cañón, decorada con pintura popular fechada en 1726.
Lógicamente, los principales servicios estaban en Sieste. He recurrido a la Biblioteca Nacional de España, y en el "Anuario del comercio, la industria, la magistratura y la administración" de 1881 lo que encontramos en Sieste lo siguiente:
Alcalde: José Lascorz.
Secretario: Pedro Lascorz
Juez municipal: José Lanao.
Fiscal: Francisco Buetas.
Profesor de Instrucción pública: Antonio Olivera.
Aparejador: Juan Palacín.
Posadero: José Bara.
Tejedor: Lorenzo Buil
 
   
 
 

A estas "comodidades" había que añadir el correo, que estaba en Boltaña. El cartero que cubría esta zona salía de Boltaña e iba hasta Laguarta y Secorún a través de Fuébola. Dormía en el camino y regresaba por Morcat, San Velián y La Valle. una ruta impresionante. Los niños, no obstante y pese a pertenecer a Sieste, iban a la escuela de Morcat, junto con los niños de Luparuelo y San Martín. Hay que tener en cuenta la situación en la que se encuentra este lugar, donde el mismo Lucien Briet se sorprende por la cantidad de nieve que caía en invierno. San Martín, al pie de inmensos laderones. Sus niños también acudían a clase a Morcat (sinceramente casi me parece imposible que no acudiesen a Sieste). Briet dice que en este cordal, abierto a los vientos del norte, se almacenaban varios pies de nieve, y posiblemente por eso el apodo de los de Morcat era "galochudos", en referencia a las galochas, el típico calzado de madera, adaptado a la nieve y a estos terrenos quebrados. San Belián acudía en romería a la Virgen de la Sierra, junto a otros pueblos como Morcat, Santa María de Buil, Gabardilla, Urriales, Sarratillo, Puimorcat, La Lecina, Sarratiás, Bruello, Margudgued, Sieste, La Valle, Guaso y también, Latorrecilla. Cada pueblo con su bandera, asistían el 8 de septiembre, el segundo día de Pascua Florida y el 19 de marzo; además de algún otro día con motivo de alguna rogativa especial, como sequías, enfermedades y un largo etcétera que seguramente ocurriría por estos lugares. Cuando visitas San Belián (o Morcat) te embarga una gran y enorme sensación de aislamiento, soledad e indefensión que puedes tener aquí. Por lo que finalmente, y como en infinitos casos, se vendió el pueblo al ICONA en la década de los 70. Duro final para una dura vida.