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s.XI en Tella
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De planta rectangular muy
pequeña, abovedada con medio cañón, ábside ligeramente ultrasemicircular,
orientada al este, con bóveda de horno apuntada y arco preabsidial
igualmente apuntado. bajo el ábside hay una angosta cripta a la que se
desciende desde la parte derecha del pavimento de la nave; se halla
abovedada con medio cañón irregular. A ambos lados había excavados en los
muros sendos nichos rectangulares: el del lado sur, adintelado con una
viga de madera, y el opuesto, hundido. En el centro del hemiciclo de la
cripta hay un vano aspillerado, de medio punto enterizo al exterior.
La puerta de la ermita abre al sur en arco de medio punto con dovelas de
piedra toba. Románico del primer cuarto del s. XI. La bóveda del ábside
sería bastante posterior, y probablemente también la nave. El camino parte
ante la iglesia de San Martín. Al llegar a unas eras se coge el camino de
la derecha, bordeando el Tozal de las Cazcarras, y bajo una
impresionante peña de roca, a unos veinte minutos de Tella,en el paraje
conocido como la collada la bellanera, se sitúa la ermita. Desde
aquí se divisa el valle del Cinca y las Gargantas de Escuaín. La romería
se celebra el 26 de junio, aunque en la actualidad se traslada al sábado
más cercano. Todo el pueblo, encabezado por el sacerdote, parte de la
iglesia de San Martín de Tella hacia la ermita, rezando el rosario y
entonando cantos apropiados. |
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Y una vez en la ermita,
se hace misa y hasta hace unos años se cantaban "las letanías"
implorando la bendición del cielo, para los campos, animales y personas.
Al volver de la ermita, en la iglesia parroquial del pueblo, se bendicen
unas tortas que se cortan y reparten, al igual que el vino. Por la tarde
se reúne el pueblo para merendar, si ha sobrado caridad se reparte y se da
comienzo, con el baile, a la fiesta. Se dice que en los primeros años del
s. XI, la incursión musulmana sembró el pánico en estos territorios. Entre
las gentes pululaban augurios y supersticiones de toda índole, y los
peligros se veían surgir del misterio que ocultaban bosques, cavernas y
rincones impenetrables. Los indicios apuntan que el obispo Borrellus quiso
atajar esta psicosis colectiva levantando santuarios en los lugares que
mayor pánico provocaban en la gente. Así, hacia el mes de junio de 1019,
dicho obispo subía a Tella para consagrar esta ermita en honor de los
santos mártires romanos Juan y Pablo. Son muchos los que comentan que
cuando se fundó la ermita de los santos Juan y Pablo, el pueblo de Tella
estaba allí enclavado y que más tarde, a finales del s. XVI una grave
epidemia obligó a sus pobladores a trasladarse al lugar donde hoy se
ubica, aprovechando la gran cantidad de agua que brota de la fuente del
actual casco urbano. Respecto a esta fuente, hay que hacer alusión a una
costumbre muy extendida en diversos lugares de nuestro Pirineo y que Tella
compartió hasta hace pocos años. Así pues, el día 24 de junio, noche de
San Juan, los vecinos de Tella iniciaban un curioso recorrido que acabaría
antes de la salida del sol y en el cual deberían beber agua de siete
fuentes distintas, con el fin de protegerse de los diversos males que
pudieran acecharles. Comenzaban bebiendo en la fuente del pueblo para
iniciar desde allí el camino hacia las fuentes de Lo Solano, La
Bellanera, La d´arriba, Lo Puzé, La Collada y terminar en la de
Fandichuerre, frente al famoso dolmen megalítico. En el camino iban
recogiendo diversas hierbas curativas, que recogidas en esta fecha
aumentaban sus cualidades benéficas. Hasta antes de la guerra, existió en
Tella una cofradía cuyo pago de derecho de entrada era la entrega de un
cordero y una cuota anual. Si había fondos se organizaba anualmente una
fiesta rematada con una comida entre los cofrades. |
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