MOSEN
BRUNO FIERRO
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A
finales del siglo XIX se hizo muy célebre el cura de Saravillo, Mosén
Bruno Fierro, el cual se decía de mediana estatura, recio, cuadrado, la
cabeza grande, ojos vivos, cejas muy pobladas y nariz algo chata. Era gran
aficionado a la caza, juego de pelota y tiro de barra. La
"fantasía" popular le atribuye todo género de picardías.
Tuteaba a todo el mundo del Rey abajo, fundándose en que no podía
ser de otro modo después de tutear a Dios. Personas del pueblo que le
conocieron decían que era un santo porque esconjuraba las tormentas con
un Santo Cristo que levantaba en sus manos, con ello conseguía que en vez
de descargar en Saravillo lo hicieran en Plan, pueblo vecino. Durante
años repartió su vida entre labores pastorales y las menos piadosas del
contrabando. Mosén Bruno alcanzó categoría de leyenda tras ayudar al
General Prim en su huida a Francia en el año 1867.
Dice
"la leyenda"
A ixo
que biene el diya dimpués de pasá el serranet de San Miguel, de la fuen
le ba salí a Mosén Bruno una farmaca gran como un burro, el mosén
ba mirá t´alredó y no ba trobá dengún cantal medianet ta
zabuca-la, sin pensá-ne dos bezes ba agarrá el Santo Cristo que llebaba
a´l cuello y fendo puntería le ba tirá un zinglazo, pero ba tené tan
mala suerte que le ba pasá rozando las orellas y la llebre se ba
amagá en un barzal fuyindo d´el periglo. Mosén Bruno que ya l´eba
entrefilau en la cazuela con gran disgusto salamonió: ¡ A, pobre puta,
ya t´en iba el diablo por las garras !
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